Viernes y sábado los dedicamos a sentir a Machado desde los rincones de Soria por los que anduvieron sus pasos. Con María, nuestra guía, tuvimos la oportunidad de recorrer la ciudad; a la orilla del Duero, desde San Juan de Duero hasta San Saturio, leímos al poeta admirando el mismo paisaje que sus versos describían; subimos al Espino a hacer real la petición que Antonio Machado realizó a José María Palacio tantos años atrás; y convivimos juntos, que probablemente sea uno de los mejores regalos que este viaje nos ha hecho. Un grupo excepcional que ha sabido disfrutar y sentir cada momento. Ni Machado ni Soria significarán jamás lo mismo para nosotros antes y después del 14 de abril de 2018.